Epifanema: Esperanza (hay metafisica a la vuelta de la esquina...)
El hombre era tosco. Trabajaba desde chico en el mismo barrio. Conocía a todos y a cada uno de los vecinos de la zona. Abría su taller todos y cada uno de los días de la semana a las 7.30 hs, vistiendo su mameluco engrasado por el tiempo, durante todos estos autos.
Era lo que se dice un hombre relativamente honesto. Vivía de su trabajo, en forma modesta, tal vez con un dejo de tacañería y de rudeza. Había aprendido el oficio mirando a sus mayores, ahora su sobrino -un tarambana al que le gustaban las mujeres último modelo y las apariencias- estaba de aprendiz, pero sin éxito y sobre todo sin el empeño que él tenía en sus años mozos.
Durante estos largos años había sobrevivido a varias pérdidas. Su padre, un hermano mayor, tíos, su madre, amigos, su gran amor. Jamás una lágrima, su rutina y su aspereza lo hacían dar vuelta de página sin más ni menos.
Sin embargo como al pasar, le confesó tímidamente avergonzado, a una clienta desconocida, a riesgo de quedar como un tipo medio loco, que días anteriores, sin saber por qué, al mirar el cielo bellamente estrellado de la noche buena, agradeció poder estar vivo y deseó sorprendido,con todo su ser, ver la luna de varias navidades más.