domingo, 25 de septiembre de 2011

Subte (LO) B.



Yo creo, estoy casi segura,
que si el chico  de remera rayada
sentado al lado de puerta
ese que lee ávidamente el libro ( ¿de amor?)
Al terminar el capítulo IV
doblara firmemente el ángulo izquierdo de la hoja
( no hay mejor señalador!)
Y apoyara dulce pero decididamente
Su mano (derecha)
-Señores pasajeros, tengan ustedes muy buenas tardes.
Voy a distraer 2 minutos de su amable atención…
sobre la pierna (izquierda) de la señorita
de zapatos azules y bolso tejido
ella – en esto la señora gorda también estaría de acuerdo-
lo besaría y le diría que si, que jura amarlo para siempre
sin importarle ni siquiera por un segundo
que la estación Carlos Pelegrini ya pasó hace rato
y que ya no podrá hacer la combinación con
Línea C
-los tres pares de medias por 10 pesos.
Señoras y señores.
Y entonces
el señor de jogging y ojotas
afirmaría con voz firme:
“los declaro marido y mujer”
Y todos nosotros , los pasajeros
Tiraríamos arroz.
Y seríamos felices para siempre.

Irritación Cartesiana.


Estuve haciendo un listado
de lo que me irrita
( la misma palabra irrita:
no es acaso irritante?)

y me resultó difícil
un orden de prioridades

pasé por los que te tocan bocina
ni bien se pone verde el semáforo
( eyaculadores precoces)

hasta los que chupan
( obscenos) 
la cucharita de la azucarera
después de revolver su taza de café
antes de que vos estés a punto de
azucararlo.
( y dudas entre tomarlo amargo
                                                   O no,
Queda la opción poco elegante
De solicitar otra cucharita)

Finalmente, como Descartes,
Me vino una idea clara y distinta
Y tuve la certeza:
 El número uno: Los que te hablan
Cuando estás en el baño
a través de la puerta, cerrada.
( aunque hay algunos casos,
                                                 Solo algunos)
Que ese acto está perfectamente justificado
Y en un acto de amor profundo
No solo los escuchas
Sino que contestas.

Contesto, luego amo.


EL VIEJO IACOV.

Lo que voy a contarles les parecerá increíble (a mi también me pareció absolutamente increíble la  primera vez que me lo contaron, eso fue cuando apenas tenía 8 o 9 años).  Pero con el tiempo y con la experiencia que te va dando la vida, si sabés encontrarle la vuelta a las cosas, me di cuenta  no solo que fue real (esa es una categoría un tanto extraña, acaso qué es lo real y qué lo imaginado, o qué lo real y qué lo mágico) sino que fue absolutamente verdad (en el sentido que lo verdadero tiene efectos sorpresivos, te marca un antes de esa verdad y un después).
Me extiendo en esto que puede parecerles una digresión, un irme por las ramas porque – ya van a oírlo ustedes mismos- es importante para comprender la moraleja que está en juego en esta historia.
En síntesis esta historia me ha enseñado que las oposiciones entre lo real y lo imaginado, la razón y la magia, la verdad y la mentira pueden ser falsas, o más aun, pueden ser dos caras de la misma moneda, una paradoja, donde nada es verdadero o falso, sino que uno no es sin lo otro y viceversa.
En fin…

Un día, o una noche, da igual (o una tarde, o una mañana) pero de invierno (eso es muy importante, hacía frío y acá no da igual si era verano o invierno).
De invierno, lo ratifico para que no lo olviden, paseaba el viejo Jacob - creo que era polaco de nacimiento pero vivía acá desde hacia años-.
El viejo Jacob (se lee el viejo Iacob, acentuando en la a de Iacob) era un anciano muy especial si se prestaba atención.
Si uno no lo hacía y simplemente lo veía de forma superficial ( otra falsa oposición superficial – profundo) solo veía un viejo como cualquier otro: poco pelo, cara blanca, algunas veces uno que otro pelo de una barba dura mal afeitada, algo desprolijo, o más bien desalineado pero siempre limpio y perfumado.
Toda su vida se había dedicado al negocio del cuero. Venta de carteras, uno que otro saco, cinturones, billeteras, guantes…Tenía un buen pasar, y la historia de su familia sería motivo de otra historia que no viene al caso.
Tenía un buen pasar, pero no era rico. Tenía cierta sabiduría, pero no era lo que clásicamente se entiende por culto. Disfrutaba de algunas cosas pero en su justa medida (si la hay, para él sí la había).
Y lo que lo acompañó toda su vida es una especie de hábito, de placer, de práctica que consistía en hacer una especie de garabatos  en cuadernos (iba ya por la página 43 del cuaderno 384 – numeraba las páginas una a una y cada cuaderno para que nadie pueda arrancarle una).
Dicen que cuando le preguntaban que eran esos dibujos, si significaban algo, si tenían un sentido ya que no eran entendibles a simple vista, él explicaba que era una gran historia de guerras y luchas entre diferentes tribus y batallones con lujo de detalles, personajes, protagonistas,   con causas y con efectos, con moralejas e injusticias, con sangre y heridas, con odios y pasiones.
Esa actividad que ocupaba sus momentos libres desde que tenía apenas 6 años y ya iba por los setenta largos era ubicada por sus allegados como una excentricidad, una especie de locura.
Pero como todo él era una persona de “bien”, que siempre inspiró respeto tanto en su familia como en sus empleados, jamás (salvo su nieto, por el que tenía una debilidad especial y al que le dejó cual reliquia su colección de cuadernos al morir) nadie se atrevió ni siquiera a cuestionar, ni a bromear, ni a nada que pudiera causar un mínimo malestar o enojo en él.
Volviendo a ese momento invernal, el viejo estaba mirando por la vidriera de su negocio hacia la calle. Su empleada estaba ocupada en la venta de una cartera a una clienta exigente y él mientras tanto esperaba que culmine esa venta para efectivizar el cobro, tarea que no delegaba en nadie, como buen polaco que era.
Y entonces algunos dicen que fue un padre que le pegaba a un hijo pequeño de modo agresivo, otros dicen que un hombre grandote intentó robarle a una anciana,  y otros (esta es la versión más acabada) que fue  un grupo de muchachotes pegándole a otro aparentemente en una muestra de xenofobia o cobardía.
Y el viejo Jacob, viejito y supuestamente indefenso salió de su negocio como un rayo ( no le importó la venta, como buen polaco que era) en defensa del desposeído y para sorpresa de todos (para él inclusive) inició no una pelea sino una lucha con una calidad y esbeltez que solo se ven en las películas de Kun Fu.
Entró como si nada en su negocio, apenas arrugado su saco, y algo despeinado (no tenía mucho pelo) como si fuese el Zorro, o Tarzán, sin un rasguño con el sentimiento de justicia, de “misión” cumplida.
Algunos dicen que no dibujó más. Otros agregan una frase dicha por él, algo así como: ya no necesito entrenarme.
Yo creo que siguió, practicando no solo luchas, sino otras habilidades que quería desarrollar.
Podría tirar una conclusión, como por ejemplo que la práctica y la teoría no tienen límites precisos. O que hay distintos modos de “practicar”.
Los dejo, me voy a bail… perdón a escribir sobre una mujer que era bailarina.

La mierda es la Propiedad más privada. (Mierda!)… o… Por qué será que a (casi) nadie le gusta que el perro del vecino haga caca en nuestro árbol… o… Desalambremos los árboles!!



Había una canción muy romántica
Que decía “pon tu cabeza sobre mi hombro”
( acaso hay algo más dulce que eso!!)

Por eso parafraseando a Los Plateros:
Pon su caca sobre mi árbol
aunque más propiamente
sobre el árbol de la puerta de mi casa,
Aunque más propiamente
La casa que pude comprar.
Delante de mi puerta, está nuestro árbol,
Hay un perro que es del vecino
Hay un árbol
Que esta delante de mi puerta
Hay una caca
Que ¿es del perro? ¿Del vecino?
                                                    ¿del árbol?
¿de dios?

este en un poema:Nadie:

Podrán dejarte
                         Tu padre sin apellido
                          La madre que te parió
Morir   
                          los que te amaron
perder
                          tu casa y tu virginidad
quedando sin palabras ni nombres,

Sin embargo
Nadie podrá sacarte
La horma princicescamente exacta
Que calza en  el zapatito de cristal
hecho a tu medida.

Como comiendo… pero no.

Como si…pero no,
Comiendo como loco,
Llorando como niño,
Cómodamente sutil,
Como la moda (que no incomoda).

El está como enamorado de ella
Como decirlo?
Como si fuese la mujer de su vida,
Como si fuese feliz,
Como si no le importara que fuera gorda y algo terca,
Como si besara a Sofía Loren o a Brigitte,
Como cuando soñó aquel sueño…
                                                           Casi casi la quería
                                                           Casi, casi la adoraba
                                                           Si no fuera por el casi
                                                           Casi casi se casaba.

.- No aclares que oscurece.

Entre pitos y flautas
nos quedamos hablando de bueyes perdidos,
y entre que pin…que pan…

Pero ojito,
que yo no soy ninguna fulanita
Y al bla bla bla ya lo juno desde lejos.

Cuando vos venis
yo ya fui y volvi,
y no es lo mismo Sultano que Mengano,
porque digamos las cosas claras:
al pan pan y al vino vino,
y después no me vengas con un martes 13,
a mi no me doran la píldora así como así,
ni me venden gato por liebre,
que de tonta no tengo un pelo,
porque yo soy muy buena,
pero cuando me enojo, me enojo.

Por eso,  después de darle vueltas al asunto
y consultarlo con la almohada,
evaluar los pro y los contra,
pensé, y bueh, me tiro a la pileta,
el que no arriesga, no gana.

Obscenidades cotidianas


El muchacho esta disfrutando
del alfajor (como si fuese el primero o el último),
la pareja de lesbianas nos lo hace saber,
los ciegos caminan tocando el acordeón,
con un equilibrio increíble (¿nos verán?)
la chica del lunar,
el lunar,
el hombre que mira a la chica del lunar,
la mujer que mira al hombre que mira.

El oficinista que ronca a más no poder,
La mujer que pide limosna con su bebé en brazos,
Mientras otra mujer hace ruido con un paquete
De papas fritas secas, bien secas.

El que era adicto pero ahora cree en Dios
gracias al aporte de los señores pasajeros,
el chino que sostiene un libro con una mano
y con la otra una maceta con una plantita mustia
y no se inmuta y no se cae
(aun cuando el vagón frena en la estación).

El chico que le tiene miedo
a la escalera mecánica
y se saca su gorrita mientras la sube
en actitud de respeto y cortesía ( a la escalera? A nosotros?)

La mujer que mira y escribe.

Estas líneas (de subte).





Pequeñas grandes diferencias: las mujeres no son todas iguales (los hombres tampoco) o Broema freudo-lacaniano.


Las que tiran las biromes que no funcionan,
Y las que conservan la servilleta
del bar, del primer beso, el primer cuaderno.
Las que hacen lo necesario
en el baño de cualquier lugar,
pero tienen SU taza
para tomar el te.
Las que toman con sacarina, lágrimas,
Las que lloran con 2 de azúcar
(o los prefieren fuertes, bien amargos,
las del chorrito - de leche-
las que lo prefieren solo,  instantáneo).

Las que tienen gato, o gatos
Las que aman a los perros,
las que prefieren las mascotas y los sobrinos,
que a  los hijos o al sexo.

Las que hacen el amor,
Las que cojen,
Las novias de Dios,
(Dios mío!! qué cumbre!)

Las que llevan sus hijos a la escuela,
las que le hacen la leche,
las que inventan palabras,
las que entran a la fábrica a las 5 de la mañana,
las que se bañan de noche,
las que salen con el pelo mojado
y se pintan en el colectivo
como si solo estuvieran ellas y su espejo.

Las pecosas, las blancas, negras o amarillas
(de piel, de alma, en todas sus combinaciones)
Las que tienen un amigo judío o gay
Maldito vietnamita!

Las de tetas caídas,
Las de glúteos ferpectos,
Las que tienen pelotas…llenas

La gran divisoria de aguas:
Las que lo tienen (todo),
Las que parecen tenerlo,
Las que lo son,
A las que les va a crecer.
(Homenaje a Freud, Dora y la bella carnicera).
Insatisfaction, I miss you.

Oh everybody waits so long
Oh baby why you wait so long

O las que atraviesan el horror
De lo que no hay
Y saben hacer allí.

Pegame y llamame Marta, pero por favor sacame los zapatos que me aprietan.


Cuando pensaba que había superado
mi masoquismo primario
pasé al secundario, para luego someterme
Al discurso universitario (alabado seas).

Cuando gracias a mi análisis (de sangre)
descubrí que lo mío no podía curarse,
que no había píldora que me durara,
ni clasificación que me calmara.
Que lo mío no salía en ninguna resonancia.

Cuando  tiré al tirano y al villano(que hay en mí)
Y sentí el horror a lo desconocido 
Y me di cuenta que destino
No es solo lo que esta ya escrito
Sino que es un punto de llegada
(un rizoma?)

Pude sacarme mis botas ajustadas
Y disfrutar de los dedos al aire
Sobre el piso fresco.



Oda al antibiótico ( y a otras tantas cosas)*


Y yo que pensaba que no creía en Dios.
Alabado sea.
Y yo que di clases y tesis
Críticas, teóricas, históricas,
Repletas de esdrújulas,
Sobre los monopolios
                          de los laboratorios,
sobre el orden médico,
y sobre el discurso Amo.
Hoy,
Alabado sean Fleming, Pasteur,
Roche, Claritromicina, ampicilina.
Amen.

* Escrito luego de que mi hijo se curara de una neumonitis severa.