domingo, 10 de julio de 2016
No hay peor ciego que el que no sabe que no ve.
Así como el paso del tiempo va poniendo más borrosa nuestra visión y vamos renunciado a la supuesta identidad absoluta entre lo que es y lo que vemos, y entonces recurrimos a un artefacto que nos ayude -los anteojos....Así el tiempo nos redime de esa exigencia respecto a la objetividad de nuestra mirada sobre los hechos y podemos dejar que nuestros recuerdos se vayan entrelazando con otras perspectivas o con nuestros propios deseos de lo que habría sucedido...
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