domingo, 2 de octubre de 2011

heterotopia ( el inconciente como un lugar , que no está)


El Inconciente como la Otra Escena: el concepto de heterotopía.

Cuando tenía aproximadamente 6 años,  me llevó mi mamá a un cine “del centro” y me mostró de paso el obelisco. Esa película, especial y distinta, no la pasaban en nuestro cine de barrio. Y ese día se me amplió mi territorio. Resultó pues que Mi  centro, no era El centro. Y a partir de ahí, todo cambió.
Pocos años después, al terminar un arduo trámite para renovar un documento, momento que recuerdo con algo de angustia (era en la época de la dictadura militar, y será por eso que un simple trámite podía convertirse en un acto peligroso…) fuimos a una confitería  y para festejar me compró una coca y un delicioso sándwich especial, especialmente delicioso como jamás había probado. Y ese día se me ampliaron mis sabores. Y por ende mi mundo.
Así podría seguir enumerando diversas situaciones en las que uno descubre un lugar, un sabor, una imagen, absolutamente distinta, Otra, no solo distintas respectos a las otras, sino incomparables respecto a todo lo anterior.

Leí hace poco algo así: que la verdadera “revolución” – si pudiera así decirse- no es la que  transgrede el límite al cual se opone (porque en ese sentido está en relación a ese límite, dialoga contra él, lo reconoce) sino la que lleva ese límite más lejos. Crea un espacio, otro.

Hay dos textos de Foucault: “Utopías y heterotopías”  y “El cuerpo utópico”, que surgen de  dos conferencias radiofónicas pronunciadas por él en 1966.
Esos dos textos tienen la particularidad de producir en el lector como efecto -por lo menos a mi me pasó eso-  el contenido mismo de lo que dicen. Es decir uno no es el mismo antes y después de leerlo. Se amplió el mundo. El texto crea en si mismo un lugar que antes no existía. Y de esto se trata el texto.
 Foucault inventa el concepto de herotopías. El dice que están las utopías,  del griego ou, 'no' y topos, 'lugar' (aquello que no tiene un lugar real),  pero que por otra parte,  hay lugares que son otros, contra espacios, utopías localizadas.
Pone como ejemplos: el fondo del jardín; o bien, un jueves por la tarde, la cama de los padres. Dice:…  “es sobre esa gran cama que uno descubre el océano, puesto que allí uno nada entre las cobijas; y además, esa gran cama es también el cielo, dado que es posible saltar sobre sus resortes; es el bosque, pues allí uno se esconde; es la noche, dado que uno se convierte en fantasma entre las sábanas”. Son los cementerios,  los asilos, los burdeles; están las prisiones, los hospitales, los hospicios.
Serían lugares, espacios, que están, pero  de alguna manera en ninguna parte.

Foucault también plantea que las heterotopías tienen un sistema de apertura y cierre que las aísla del espacio que las rodea, uno no entra así como así, ni sale tal cual uno entró, se trata de una especie de iniciación, de luna de miel.
Habría en cambio otro tipo de heterotopías que si bien abiertas para todos, una vez que uno entró, se da cuenta que es una especie de ilusión, y que uno entró afuera, lo cual de por sí es extraño. Mi hermana me contó que en un viaje por America, no recuerdo en qué país,   preguntó en una estación de ómnibus si podían decirle donde estaba el baño de damas. A lo cual cordial y respetuosamente le señalan una puerta por la cual,  al traspasarla se llegaba a un gran terreno baldío en el que una hermosa mujer hacía sus necesidades apenas sentada tapada por su propia amplia pollera acampanada.
Habría otras heterotopías que por el contrario uno no se da cuenta que entró al centro mismo del misterio. Como si uno se va simplemente a dormir la siesta, y resulta que -como en una película de Buñuel- al despertar,   se levanta un telón y miles de espectadores esperan que uno comience con el primer acto.
Podemos ubicar también al inconciente como una heterotopía.
Porque es indudable que está, o más bien que acontece pero… ¿donde? ¿Cuándo?
La alucinación, los sueños, los síntomas, el análisis…El efecto de sorpresa que uno de pronto puede encontrar en algunas intervenciones podemos pensarlo también, como un franqueamiento de una puerta, pasaje  a una heterotopía. Sorpresa en el sentido que hay un plus en ese efecto, un chiste que provoca más risa de la uno esperaba…
El juego del análisis con los niños,  o simplemente el juego de los niños crean espacios misteriosos.
Recuerdo el caso de una niña con serias dificultades para poder separase de su madre, comienza a armar un juego en el consultorio en el cual hacía que bajaba una escalera y me llamaba como si estuviera lejos, y tan lejos estaba que no me escuchaba a pesar de mis intentos. Pero entonces subía otra vez la escalera, abría una puerta, no sin antes probar con varias llaves, y felizmente nos encontrábamos para separarnos una y otra vez.
-         Donde estas? Me preguntaba como desde lejos.
-         Acá, arriba. –respondía yo.
-          Como decís? No te escucho!!Arriba de qué?
-         De las escaleras.
-         De qué? No logro escucharte…Ahora bajo las escaleras…Esperáme que voy.
-         Pero estoy arriba, mejor subí. Si no vamos a estar más lejos…
-         No escucho bien…Bueno, bajo, ya voy.
Y por arte de magia nos encontrábamos igual, abrazándonos una y otra vez, para volvernos a separar.
Acaso las heterotopías  hablen de eso, de alejarnos a lugares cercanos y acercarnos a lugares lejanos para poder recobrar lo perdido y en ese mismo acto perder lo encontrado, nos ayudan así a sorprendernos, es decir a hacer el amor.
La constitución del sujeto heterotópico. El cuerpo.
En principio Foucault plantea que el las utopías surgen para borrar el cuerpo propio. Opone Cuerpo vs. Utopías. Las utopías, bellas y siempre jóvenes contra el cuerpo,  lugar al que estamos condenados a habitar aunque no nos guste. En las utopías, como en las fantasías los cuerpos son los que nos guste tener, son cuerpos que se transportan en alfombras mágicas, cuerpos de hadas y de duendes,   las cosas no se gastan ni ensucian, los encuentros son siempre encuentros, no hay impuntualidad, ni malos entendidos.
Sin embargo cuantas veces sufrimos penosamente nuestro cuerpo, ya sea cuando no somos los elegidos, cuando la fiebre no nos dejó ir al primer baile de  la escuela, o peor aun…cuando un dolor se hace oír y nos recuerda que nuestro cuerpo no es solo el que vemos, sino el que necesitamos no sentir su presencia para poder vivir.

Es decir que para bien o para mal el cuerpo no desaparece por completo. Foucault reconoce entonces que el cuerpo no es plausible de ser anulado por las utopías. Pero tampoco es plausible de ser encontrado en forma absoluta. Ya que él mismo es una utopía. Nunca es posible asirlo del todo. Siempre escapa al menos una parte del cuerpo.
En este punto quería hacer algunas precisiones.
Cuando Foucault habla del cuerpo como lo opuesto a la utopía, está pensando en el cuerpo “real”, en el cuerpo fragmentado, cuando vemos un  pequeño granito en nuestro pómulo izquierdo,  minutos antes de ir a una gran fiesta, ya no nos vemos como una unidad, con vestido largo o con frac. En cambio,  somos también   el granito que se hizo gigante  recortándose  de nosotros mismos y desde el espejo  cual un monstruo espantoso Él nos mira a nosotros extrañado.
Por otro lado cuando nos habla  del  cuerpo como utópico, nos habla del cuerpo simbólico/imaginario, de la imagen – la superficie - que tenemos de nosotros mismos  pero también de nuestro volumen, de nuestras formas y de nuestras palabras, nuestros nombres…
Yo diría que una manera de pensar la constitución de  sujeto sería la operación que permite pasar de un cuerpo al otro y a su vez que posibilita escapar al menos esporádicamente no solo del otro, sino  de nosotros mismos. Esa operación la ubicaría como la posibilidad de construir una heterotopía, es decir un lugar otro,  pero en nosotros mismos.
Cuerpo que puede  arreglárselas de una u otra forma para no estar del todo aquí y ahora. Pero que además aprendió a pararse y a levantar la mano para decir en el momento oportuno “Presente Señorita” o  “May I go to the bathroom?”Según la situación lo requiera.







No hay comentarios:

Publicar un comentario